Los argentinos somos apasionados, quien lo duda. Como en el fútbol adoramos a Maradona y Messi y respetamos a Pelé, en la política hablamos de Perón, Evita y El Che, en el turf también hay de sobra para armar sobremesas.

En el amplio mundo de las carreras se compara a Botafogo y Yatasto con Forli ó Candy Ride; a Lapistoy con Maschio, Bianchi, Maldotti, los Etchechoury ó Pellegata; Leguisamo con Jara, Valdivieso, Sanguinetti, Herrera, Noriega, Falero ó Jorge Ricardo. ¿Quién fue ó es mejor?

He participado en cientos de charlas de burreros donde las discusiones fueron hasta altas horas de la noche con estas comparaciones y, por lo general, no hay acuerdos.

El gran Botafogo brilló poco antes de los años 20 con hazañas superlativas, como aquellos duelos con Grey Fox, otro crack de aquellos tiempos.

Yatasto fue el gran caballo de los ’50, Forli el de los ’60, Teléscópico y Mat Boy en los ’80 hasta llegar a Candy Ride (2000), que llevó el nombre de Río Cuarto al primer plano luego de sus espectaculares victorias.

El gran Legui fue gran amigo de otro grande: Gardel. Gloria eterna para ambos, que viven en el recuerdo imborrable de los argentinos.

El chileno Eduardo Jara brilló en el manejo del filete durante muchos años y después el “Rubio” y el “Topo” pasearon su jerarquía por las pistas para el deleite de su legión de seguidores.

Ahora todo es del “Astro”, el “mais grande do mundo”, el jockey de la riocuartense Arenzana y otros de por acá ganándole actualmente la pulseada a su colega Rusell Baze.

Pero quien discute a “Fafá”, el uruguayo es del mismo nivel y se queda con triunfos increíbles.

Más adelante habrá otros. Y así seguiremos alimentando nuestra memoria y los mitos en derredor de lo que nos apasiona. Porque así somos los argentinos.